Tres consejos fundamentales para la vida matrimonial
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En esa ocasión el Papa dijo: "La catequesis de hoy es como la puerta de entrada de una serie de reflexiones sobre la vida de la familia, su vida real, con sus tiempos y sus acontecimientos. Sobre esta puerta de entrada están escritas tres palabras, que ya he utilizado en la plaza otras veces. Y esas palabras son: «permiso», «gracias», «perdón». En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz".
Y en efecto, como esposo comparto mi propia vivencia familiar; jamás será fácil reconocer delante de nuestro cónyuge nuestra limitaciones y errores. Sin embargo, desde hace ya tiempo Valeria y yo hemos venido poniendo en práctica este consejo del Santo Padre.
Sin importar cuando grande o pequeño sea el problema por el cual se esté atravesando, es necesario pedir perdón, busca la reconciliación a toda costa, al punto de reconocer que depende de ello nuestra salvación.
Ya lo señala el Papa Francisco: "Cuando falta (refiriéndose al perdón), se abren pequeñas grietas —incluso sin quererlo— hasta convertirse en fosas profundas. No por casualidad en la oración que nos enseñó Jesús, el «Padrenuestro», que resume todas las peticiones esenciales para nuestra vida, encontramos esta expresión: «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mt 6, 12). Reconocer el hecho de haber faltado, y mostrar el deseo de restituir lo que se ha quitado —respeto, sinceridad, amor— hace dignos del perdón. Y así se detiene la infección. Si no somos capaces de disculparnos, quiere decir que tampoco somos capaces de perdonar. En la casa donde no se pide perdón comienza a faltar el aire, las aguas comienzan a verse estancadas".
Por otro lado. está el saber agradecer, en principio cuando uno no está acostumbrado a dar las gracias y comienza a hacerlo, suele darse una extraña sensación; pero una vez que se logra llevar a la práctica diaria ésta maravillosa frase suele haber en la vida marital un aire de renovación y animación por el servicio y la entrega a nuestra pareja.
"Si la vida familiar descuida este estilo, también la vida social lo perderá. La gratitud, para un creyente, está en el corazón mismo de la fe: un cristiano que no sabe dar gracias es alguien que ha olvidado el lenguaje de Dios" así lo resumía el Papa Francisco.
Concluimos con saber pedir permiso, la vida matrimonial va de la mano de la convivencia, la cual en principio parte de un proceso de adaptación y respeto a las costumbres y formas de vida de nuestro cónyuge. Por eso, es necesario llevar como insignia el permiso ante cualquier labor, porque nunca sabemos que tanto le puede incomodar al otro, nuestra manera de dirigirnos por el hogar o tomar algunos cosas sin pedirlas antes.
El Papa lo resume de una manera estupenda: "Cuando nos preocupamos por pedir gentilmente incluso lo que tal vez pensamos poder pretender, ponemos un verdadero amparo al espíritu de convivencia matrimonial y familiar. Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar que el otro abra la puerta de su corazón".
Siempre debemos tener en mente que el Sacramento del Matrimonio, es una escuela y aunque ambos cónyuges tienen limitaciones lo mejor es llevar un espíritu de gratitud y respeto para con el otro, y acudir siempre a la reconciliación ante cual altercado.
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